jueves, 21 de octubre de 2010

CASO CLÍNICO Nº2

El 1º de setiembre de 2010, fue llevado a la clínica un felino macho, castrado, de 4 años de edad, color amarillo atigrado.

Motivo de consulta: El propietario afirmó que desde hace un mes el animal vomitaba la comida ingerida -un alimento balanceado de buena calidad-, pero no el agua. Los episodios eran recurrentes, si bien hace unos 5 meses presentaba vómitos esporádicos.
La defecación era normal en consistencia y coloración.
En la anamnesis se pudo descubrir que hubo un adelgazamiento progresivo: de pesar 6 kg. pasó a 2 kg. al cabo de un mes.

Al examinar al gato no se observó deshidratación, las mucosas mostraban coloración rosada y la temperatura era normal.
Se indicó la realización de dos radiografías laterales, una de ellas utilizando medio de contraste.
Por motivos económicos de los propietarios, no pudieron llevarse a cabo funcional hepático u otros análisis colaterales.
Las placas evidenciaron la presencia de un cuerpo extraño refringente, redondeado, situado en la cavidad abdominal por fuera del estómago.

El 3 de setiembre se le practicó una cirugía. Se observó la existencia de dos piedras en el interior de la vesícula biliar, las cuales la ocupaban en su totalidad.
Se extrajeron los cálculos y la vesícula.
La evolución en el post-operatorio fue satisfactoria.
Se realizó monitoreo y control por una semana, durante la cual permaneció internado, siendo tratado diariamente con amoxidal vía inyectable, protector hepático y suero fisiológico.

                                               Cálculos extraídos y vesícula biliar. Imagen cortesía DMV Iris Aguilar.

El día 7 de setiembre ingirió normalmente alimento y agua. Las mucosas, temperatura, así como el resto de los parámetros permanecen normales.
En la actualidad, se alimenta con ración balanceada de buena calidad y carne cruda de forma alternada.

A modo de información, pudo saberse que el felino pasó de vivir de un ambiente al aire libre -prácticamente las 24 horas del día-, a un apartamento sin posibilidad de salir hace aproximadamente 5 meses; con lo cual se sospechó en primera instancia que los vómitos tuvieran relación con un componente psicológico.
 

La colelitiasis es una afección caracterizada por la formación de cálculos en la vesícula biliar, compuestos generalmente por calcio y otras sustancias.
Puede no haber sintomatología, en este caso no hubo ictericia ni tampoco cursó con fiebre.

Posibles causas. Podría deberse a un enlentecimiento del flujo biliar por un mal funcionamiento de la vesícula, aumento de la consistencia de la bilis, por exceso de calcio o colesterol , o como consecuencia de procesos inflamatorios en los conductos biliares.

Diagnóstico. Debe hacerse el diferencial con otras patologías como enfermedades hepáticas, pancreáticas, o inflamación de vesícula y conductos biliares..
Lo ideal es la realización de un análisis sanguíneo para detectar posibles infecciones u obstrucciones.
Las radiografías, que en este caso pusieron de manifiesto la existencia de un cuerpo extraño, algunas veces no son efectivas, optándose por las ecografías.
Ya se puntualizó el por qué no se realizaron más exámenes colaterales.
En cuanto al tratamiento, podría intentarse la disolución de los cálculos, si el animal está fuera de peligro. La realización de una cirugía, primero con carácter exploratorio, y después como tratamiento es una posibilidad a tener en cuenta. Se procede a extirpar la vesícula, sobre todo porque en casos crónicos pueden producirse recidivas.
La utilización de vitaminas, antibióticos y protectores hepáticos forma parte del tratamiento.
Es conveniente indicar una dieta apropiada y realizar controles periódicos.

Caso clínico extraído de "Clínica Veterinaria La Paz" Canelones-Uruguay
Fuente para el análisis: PetMD

martes, 19 de octubre de 2010

CASO CLÍNICO.

Fue llevado a consulta un canino macho de 2 años de edad. Mestizo, con un peso aproximado de 25 kg.
Motivo de consulta: el propietario manifestó que el animal sufría de prurito y que el aspecto de la piel en la región del abdomen era anormal.

Según la anamnesis, esta situación se presentaba desde hacía unos 6 meses, durante los cuales también el animal cursaba con otitis recurrentes.
Al momento de la consulta, el paciente se encontraba realizando un tratamiento con prednisona a razón de 0,5 mg./kg., sin que se observaran resultados.

Examen clínico.
Se constató hiperpigmentación e hiperqueratosis en la piel de la región abdominal, prepucio, escroto y tórax ventral.
A nivel de los flancos de observó una alopecía simétrica leve.
Otro aspecto a destacar fué la presencia de ginecomastia.

                                                         Esquema de las lesiones. Vista ventral y dorsal.

El médico procedió a la evaluación de ambos testículos ante la posibilidad de Tumor de Células de Sértoli; se detectó tamaño, consistencia y capacidad de deslizamiento normales.
Se administró 6 mg. de acetonida de triamcinolona para tratar el prurito.
Pasados 21 días se constató disminución marcada de los síntomas dérmicos, y el propietario manifestó el cese total del prurito.
Se examinó nuevamente al animal, observándose la persistencia de la ginecomastia, y también de la hiperpigmentación y liquenificación del área escrotal.
Se realizó una biopsia cutánea. Desde el punto de vista histopatológico se evidenció: engrosamiento epidérmico con proliferación de varias capas no habiendo pérdida de núcleo en las más superficiales, edema en corión,  infiltración de células inflamatorias redondas (linfocitos) y paraqueratosis no inflamatoria.
A los 35 y 42 días de hecha la primer consulta, se procedió a realizar nuevas evaluaciones y se comenzó el tratamiento con Enantato de Testosterona a razón de 5 mg./kg. (2 dosis).
En dichas oportunidades se reveló una evolución favorable, persistiendo la ginecomastia, hiperpigmentación e hiperqueratosis en escroto.
Al día 45 nuevamente el paciente presentó otitis externa ceruminosa en ambos oídos.
El día 70 se realizó un nuevo control, en el que se constató compromiso dérmico abdominal y prurito persistente.
Aumentó el nivel de ginecomastia, y la otitis se presentó en forma intermitente en el período entre los controles.
Se examinaron nuevamente los testículos comprobándose su normalidad.
Teniendo en cuenta los signos clínicos anteriormente descritos y los resultados de la terapia, se obtuvo el consentimiento del propietario para la realización de una castración.
A la observación macroscópica los testículos presentaron tamaño, forma, textura, color y consistencia normales.
En el examen microscópico se observó: tejido testicular normal en general, túbulos seminíferos con 5 a 6 capas de células germinales, y células de Sértoli y Leydig normales.
Luego de la cirugía, se comprobó la total eliminación de los signos y síntomas presentados.

Diagnóstico: Síndrome de Feminización Idiopático del Macho (SFIM).

Es de suma importancia la morfología de las lesiones en piel para el correcto diagnóstico. En este caso las lesiones cutáneas secundarias que caracterizan al SFIM, se manifestaron con regularidad.
Otros signos a tener en cuenta son el prurito marcado, la ginecomastia y la otitis.
Una explicación posible para las afecciones de la piel, es la influencia de las hormonas sexuales sobre la epidermis, glándulas sebáceas y folículos pilosos, produciendo entonces alteraciones dérmicas.
Se ha indicado que el SFIM produce enfermedad cutánea seborreica, por lo que la otitis estaría relacionada con dicho trastorno.
En cuanto a los niveles sanguíneos hormonales, diversos autores (1) han descrito la ausencia de diferencias reveladoras entre machos normales y machos con signos de SFIM.
La alteración a nivel cutáneo podría deberse a que:
  • estaría alterada la conversión periférica de una hormona sexual a otra,
  • habría una menor actividad hormonal a nivel local, a causa de la unión a proteínas,
  • se produciría una alteración en concentración y sensibilidad de los receptores a estrógenos y andrógenos ubicados en la piel.
Generalmente el tratamiento se dirige al empleo de corticoides, testosterona y la realización de castración.
En este caso se recurrió a las tres alternativas, constatándose con el uso de corticoides y testosterona una atenuación temporal de la sintomatología, excepto la ginecomastia.
El procedimiento de la castración confirmó el diagnóstico de SFIM, tanto por la histopatología testicular normal como por la desaparición de los síntomas clínicos.


1. MATTHEEUS, F. and COMHAIRE, F.: Oestradiol and Testosterone in male dogs with alopecia and feminization without testicular neoplasic.

Caso clínico extraído de la revista "PET'S Ciencia" de Ciencia Veterinaria Editora S.R.L. Nº 47 Año 1993.